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Campaña Cañón de Creus - Junio 2010 - CSIC # Mensaje 1

©El submarino JAGO en cubierta apunto de ser sumergido en el Cañón de Creus ©ICM-CSIC

La Filosofía de Trabajo

La gestión de un espacio natural que tenga como objetivo la protección y su conservación actualmente no se concibe fuera de un marco que contemple tanto el área en sí como sus inmediaciones, es decir ecosistémico.

En este contexto uno de los primeros retos a la hora de abordar los planes de gestión y de seguimiento es la delimitación del espacio que se quiere proteger. Para afrontarlo con éxito es imprescindible contar con información científica suficiente -en cantidad y calidad- que permita asegurar que quedan incluidos íntegramente los procesos que intervienen en el funcionamiento de los ecosistemas que se pretenden conservar, entre otros factores.

Por esta razón es conveniente prospectar no sólo la zona que se prevé proteger sino también un espacio periférico suficiente que proporcione un margen de seguridad en cuanto a la delimitación. Así, por ejemplo, la experiencia ganada en los últimos años en conservación de espacios naturales protegidos ha puesto en evidencia que, por ejemplo, de poco sirve proteger las zonas de puesta de las especies objeto de estas medidas si no quedan incluidas también sus zonas de alimentación preferencial para garantizar su recuperación o su supervivencia. Y de nada serviría aplicar medidas de gestión orientadas a la conservación dentro de unos límites geográficos mientras que “al otro lado de la raya” se actúa al margen o incluso en contra de lo que sería deseable para el espacio que se busca proteger.

Como consecuencia, las dimensiones geográficas necesarias de las áreas marinas sobre las que se quiere aplicar una gestión ecosistémica suelen tener una extensión significativamente mayor que las que se han designado bajo una visión tradicional. Lo que conlleva una serie de dificultades de gestión no sólo inherentes al tamaño, sino también porque la aplicación de un modelo de gestión basado en el ecosistema implica necesariamente contar todos los grupos de usuarios que inciden en el espacio y en sus inmediaciones. Desde la pesca artesanal al turismo, incluyendo al sector pesquero industrial, a los clubes de buceo recreativo, al sector náutico, a los “tour-operadores”, etc.

No obstante la gestión de un área protegida extensa proporciona también ventajas para el mantenimiento de las actividades socioeconómicas sin perjuicio de los objetivos de conservación. Por ejemplo, un área extensa permite compartimentar las diferentes actividades tanto en el espacio como en el tiempo y que sigan siendo viables. Por otra parte, este tipo de ordenaciones tiene además efectos beneficiosos para las propias actividades evitando las interacciones no deseadas por ejemplo entre las actividades de recreo y las profesionales, que suelen producirse cuando no hay regulación,

Se entiende entonces la necesidad de contar con una cuidada prospección y de obtener información científica suficiente de la zona y su entorno que permita localizar y definir las diferentes zonas: las sensibles, las bien conservadas, las preferentes para su conservación o las que necesitan de actuaciones prioritarias para la recuperación de los hábitats.

En el área de Cap de Creus se han ejecutado varias prospecciones del cañón en  los últimos años. En el año 2009, y ya dentro del marco de INDEMARES, se incluyó el estudio de la plataforma al oeste del cañón, en la zona más cercana a la costa (en las campañas del CSIC INDEMARES-0 e INDEMARES-1). Para la campaña INDEMARES-2, la prioridad ha sido explorar las zonas del sur del cañón entre la costa y la zona más alejada del cañón como se muestra en el mapa (zona anaranjada). A esta prioridad añadimos el muestreo de algunas zonas anteriormente estudiadas pero de las que contábamos con información insuficiente y otras que completaron prospecciones anteriores.

Una de las mayores dificultades en el estudio de los fondos marinos de plataforma es la localización de las comunidades representativas. Sobre todo porque con los medios con que se cuenta en la actualidad sería casi imposible prospectar el área en toda su extensión. Si previamente no sabemos dónde y cómo se distribuyen las distintas comunidades, las campañas oceanográficas pueden ser un fracaso. Al menos contar con una buena información batimétrica y con la caracterización geomorfológica del lecho marino nos permitirá tener una visión previa de los fondos.

Las técnicas de ecosondeo nos permiten obtener una imagen muy aproximada del tipo de fondos y a partir de ella diseñar los muestreos biológicos y estimar el tiempo necesario para llevarlos a cabo para obtener una cartografía de los hábitats para toda la zona basándonos en parte en observaciones directas y también haciendo inferencia. Por ejemplo, partiendo de que los fondos sedimentarios, con una misma inclinación y una superficie regular albergarán el mismo tipo de comunidades. De la misma manera sobre las barras, salientes, montañas o pequeñas mesetas cabe esperar que dominen las mismas comunidades biológicas.

(publicado 1 octubre 2010)

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