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Campaña Chimeneas de Cádiz - Febrero 2011 - IEO # Mensaje 14

Reflectividad y modelo 3D de Pipoca ©IEO

Miércoles 23 de febrero de 2011

El día de hoy se lo hemos dedicado al volcán de fango Pipoca. Este relieve metanogénico (formado por la expulsión de gases hidrocarburos, principalmente metano) lo hemos descubierto en el año 2000, durante una campaña que realizamos a bordo de este mismo buque oceanográfico, Cornide de Saavedra, en el marco de un proyecto de investigación, llamado TASYO, que había financiado la CICYT (Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología), con una reducida cantidad de dinero. En aquella campaña, ANASTASYA 20/09, participaban junto a nosotros varios investigadores del IGME (Instituto Geológico y Minero de España), de la Universidad de Cádiz y de algunas instituciones portuguesas. Visitábamos todos los relieves que  nos parecía que podrían tener génesis metanífera y los muestreábamos con dragas y sacatestigos, de forma muy similar a como lo estamos haciendo ahora, pero con objetivos exclusivamente geológicos. No teníamos bentólogos a bordo y desaprovechamos la oportunidad de iniciar entonces el estudio de los hábitats.

Cada vez que un relieve era confirmado como volcán de fango, tras la pertinente testificación sedimentaria, se generaba en el laboratorio una polémica con el fin de seleccionar un nombre que nos gustara a todos y que encajara con el relieve. Se encontraba a la sazón a bordo un buen colega portugués, y mejor amigo, llamado Pedro Terrinha, quién propuso un nombre para el volcán en el que ahora estamos, al ver su morfología. Pedro argumentaba que aquel relieve se le antojaba como una pompa que salía del fondo marino como si fuera una palomita de maíz saliendo de la palomitera. Acompañaba sus explicaciones con movimientos de sus manos, y con sonidos guturales y bucales que a todos nos hacían reír, así que la explicación resultaba un tanto surrealista pero muy eficaz. Parecía convencernos a todos. “Gggjuá, pluf, pluf, plof, fffffflop”, y espaciaba unos segundos la siguiente secuencia de sonidos, “ffffflooop, ffffflop,…., es como una pipoca, ¿lo veis?,….., mirad como parece una pipoca”, y con esas andábamos cuando Luis Somoza y Víctor Díaz del Río decidieron aceptar el nombre como definitivo. “Pipoca ha de llamarse la critura”, dijo el Jefe de Campaña. Y con Pipoca se quedó, que en portugués significa palomita de maíz. Así que ya lo sabéis. Pipoca debe su nombre a  Pedro Terrinha, renombrado geólogo portugués y profesor de la Universidad de Aveiro.

Cuando Luismi llegó a desayunar, ya tenía sobre la mesa una nota que le había dejado Curro López en la que le informaba que había realizado durante la noche, junto con Laura, 13 CTDs, aunque continuaban teniendo problemas con el fluorímetro y una conexión de la bomba de impulsión del circuito de agua. Las noticias son buenas, a pesar de que a Curro le cabe la sospecha de que algunas veces no toma bien las medidas pues el perfil resultante de muy extraño y no parece corresponderse con ninguna pauta hidrológica. Como quedan un par de noches para regresar a Cádiz, deciden seguir trabajando con él y anotar los perfiles que consideran dudosos, a la espera de que Ricardo Sánchez Leal venga a bordo con el técnico y lo revisen para la segunda parte.

A las ocho en punto de la mañana, ya estamos largando 1300 m de cable para realizar una draga de arrastre al sureste de Pipoca. La draga regresa repleta de material que hay que empezar a lavar. El equipo de bentos y todos los geólogos ya estaban esperando esto. Todos sabíamos que Pipoca era muy fangoso. Así que manos a la obra. Recuperamos varias cajas de fango arenoso, con ejemplares de Flabellum, escafópodos muertos. A decir de José Luís Rueda, hemos empezado bien la mañana, con resultados muy interesantes.

A continuación nos desplazamos a la cumbre de Pipoca. A las 08:54 arriamos 1150 m de cable para arrastrar a 604 metros de profundidad. Esta vez recuperamos Madrepora oculata, Neptunea fósiles, pectínidos y muchos bioclastos. Brecha, cantos blandos, alguna roca carbonatada, sedimento hemipelágico mezclado con el resto del material.

A las 10:00 comenzamos la maniobra para realizar un beam trawl en la cima de Pipoca. Largamos 1000 m de cable y hacemos firme a 574 metros de profundidad. Recuperamos todo el aparejo roto, prácticamente destrozado pues se ve que hemos dado con fondos duros (enlosados y encostrados), aunque trae bastante muestra: esponjas en gran cantidad, costras carbonatadas, alguna piedra de gran tamaño, corales negros.

Este percance nos hace cambiar los planes, así que arrinconamos el beam trawl hasta que decidamos como lo arreglamos y pasamos a las dragas de caja. A las 11:05, cuando ya se había marchado el primer turno de almuerzo, comenzamos la maniobra con box corer en la cumbre de Pipoca. Recuperamos una magnífica muestra con brecha y fango hemipelágico. Trae mucha  fauna característica de fondos fangosos, con numerosas galerías de decápodos Callianasea.

Entre tanto, el Contramaestre, Txapela, ya había organizado a su personal para que se dispusiera a reparar el arte que se había roto. Es sorprendente ver las habilidades que desarrollan estos hombres a bordo. Cosen la red con unas agujas inmensas y a una velocidad que da vértigo. Cuelan la aguja entre el enmallado, siguiendo la trama de la red, haciendo un nudo en cada esquina rota y continúan tejiendo como si no hubieran hecho otra cosa en su vida. Ellos mismos dicen que de tantos años en la mar, se van aprendiendo esas cosas sin necesidad de recibir clases en ningún sitio. ¡Hay que espabilar, carallo!  La verdad es que el resultado final es pasmoso. La red ha quedado nueva. Ya podemos volver a utilizarla. Txapela nos dice que no siempre se pueden arreglar, pues si la rotura es grande y no se puede seguir el entramado, entonces lo mejor es cambiar los paños que hayan quedado maltrechos. Esta reparación que os cuento, verdaderamente tiene mérito. Hay que reconocer que a bordo hay verdaderos profesionales que saben sacarte de un aprieto sin magnificar lo que hacen, ni tan siquiera darle importancia.

Es casi el mediodía y el primer turno ya se incorpora a la cubierta después de haber almorzado. Barrigas llenas y caras de satisfacción. “Agarraos, que hoy hay purrusalda”, informa el Jefe de Campaña cuando sale a hacer unas respiraciones a cubierta. “¡Ohú con la tarea de hoy, quillo!” Tomad nota, que esto no lo encontrareis ni en el Bulli ni en ningún lugar que no sea este barco: purrusalda -una de las especialidades del Cornide de Saavedra que llevan gala cocinar de forma insuperable-, de segundo plato, fideos con rosada, al modo de una fideguá, y de tercero ternera con pimientos. De postre, algo digestivo y diurético para compensar, piña con nata……. ¡mecagoenlá …….!, ¡a ver ahora quién se agacha para recoger el fango de la draga!, me dice uno los bentólogos. Bueno, pues os adelantaré que a la hora de cenar ya teníamos, de nuevo, mucho apetito. Tal es el consumo energético que realizamos en cubierta.

A partir de la 12:45 realizamos otra box corer a 568 metros al norte de la cumbre. El resultado  es una arena gruesa a techo y fango arenoso a muro. Salen abundantes bivalvos característicos de fondos de arena gruesa, Limosis auriga. Nuevo muestreo cerca de la anterior las 13:13, a 615 m de profundidad que, tras dos intentos, tenemos que dar por nula. No ha salido suficiente muestra. Creemos que debe de tratarse de fondos duros y entonces la caja no se hinca en el fondo.

Mientras continúa el trabajo en cubierta, donde parece que se concentra la única actividad del buque, Blanca ha concertado, con el Primer Oficial, Germán Camaño, una visita a la sala de máquinas de la que nos cuenta  sus impresiones. Antes de llegar a la máquina observa la activa vida que tiene el interior del buque. Bajando una planta con respecto a la cubierta principal, se encuentran las despensas, la carpintería, la desalinizadora -para dar agua a todo el barco, usada para higiene y cocina-. El agua que bebemos está embotellada para evitar problemas de estómago, aunque la del grifo también se puede beber, pero carece de minerales. En este nivel hay varios laboratorios, entre los que se encuentra el de acústica, donde trabajan por las noches Curro y Laura controlando el ADCP.

Una planta más abajo está la sala de máquinas. Las plantas que están por debajo del nivel del mar (línea  de flotación llaman  los marinos a este nivel) son los que menos se mueven, y son las que más importancia tienen para la operatividad del buque, sobre todo porque ahí están las máquinas. Es, como los propios maquinistas dicen, el alma del barco, si las máquinas fallan, en el puente no se puede hacer nada, no tienen palas para navegar. En las máquinas hace mucho ruido, unos 90 decibelios, razón por la que los maquinistas siempre que van a entrar en la sala de máquinas se ponen unos cascos de orejera insonorizadores. Por eso, dentro de la sala  de  máquinas, muchas veces se comunican por señas, que suelen ser muy parecidas en todos los barcos. Hay una sala de control desde la cual se ve la sala de máquinas, y allí sí que se puede hablar. A pesar de la protección, los marineros que llevan muco tiempo trabajando en máquinas pierden algo de oído. Germán Camaño Giraldez, el Primer Oficial de máquinas, le ve una ventaja a todo esto, pues siempre que oye sandeces hace como que no escucha, y lo achaca a los años en las máquinas. Dentro de la sala de máquinas no solamente hay un ruido infernal si no  que, además, hace muchísimo calor. En el momento  que hago la visita, el termómetro marca unos 34º C, pero en verano, muchos días la temperatura sobrepasa los 40 grados. Las máquinas están en constante funcionamiento, por lo que tiene que haber guardia en todo momento. El mundo de las máquinas es desconocido para la mayor parte de la gente que embarca, pues la vida se hace en las cubiertas superiores. Siempre son ellos los que suben a cubierta a charlar con los demás y a tomar un poco  el fresco, pero en los “infiernos” no suelen tener muchas visitas. Eduardo Rodríguez Rama es engrasador y se conoce el barco, y sobre todo las máquinas, como la palma de su mano.

Desde la cubierta inferior se escuchan los golpes de la draga en cubierta y se reconoce fácilmente el ruido  de la caja y hierro arrastrando por la superficie metálica sobre la que se  concentra toda la  actividad prospectiva. Son ya las 14:31 cuando estamos recogiendo la muestra de  un nuevo  box corer en la que  subimos brecha fangosa y fragmentos de enlosados carbonatados.

Una vez reparado el beam trawl realizamos un arrastre a las 16:23 a 563 metros de  profundidad. Sube trincado por uno de los cabos del pie de gallo, el otro estaba roto y las redes destrozadas. Traíamos dos enlosados de medio metro de longitud y al menos 20 cm de espesor, 3 tiburones pequeños, esponjas, cangrejo y gorgonias. Se ve que Pipoca no quiere que lo muestreemos con beam trawl. Cada vez que lo utilizamos nos lo devuelve destrozado. 

Finalizadas las actividades en cubierta son muchos los que se dejan llevar  por los olores que salen de la cocina. A las siete ya estaban todos sentados a la mesa. Casi no hizo falta que Víctor tocara la campanilla. Alegrías al ver el menú y comentarios sobre las dos roturas de la red de arrastre. Entre plato y plato se nos va pasando el disgusto pues ya lo que no queríamos que pasar ha sucedido. La red es irrecuperable. Tendremos que repararla en tierra pues hay que cambiar varios paños de malla. Los Antonios, Primer y Segundo Cocinero, nos has preparado una sopita calentita de  primero que nos tonifica estupendamente. De segundo nos ofrecen pez espada con ensalada, “pepa” como dicen en Cái, acompañado de ali-oli, suave y muy rico. De tercero hay zorza con patatas asadas. Un helado de postre nos hace endulzar el gusto y con él nos vamos al laboratorio para que pase el segundo turno a cenar. En este segundo turno se permiten el lujo de retrasar el final de la cena y hacen una sobremesa muy entretenida, debido a que no tienen que dejar el sitio a ningún otro turno.

La llegada de la noche trae consigo a Laura y Curro junto a un nuevo acompañante: avería en el CTD.  La sustitución por  otro de respeto y los problemas de configuración han impedido que pudiéramos trabajar con el equipo. Carlos Farias, Curro y Laura se quedan estudiando la forma de resolver la avería mientras que los bentólogos continúan procesando las infinitas muestras de fauna que han recuperado del fondo del mar. A esta hora de la noche ya no es fácil permanecer lavando muestras en cubierta con la columna de tamizado. Las manos se quedan heladas y llegamos a sentir que casi se atrofian los dedos. Con la alegría del trabajo realizado nos volvemos a encontrar muchos de nosotros con algunos tripulantes en el laboratorio, donde la charla nunca falta.

(Publicado 26 Febrero 2011)

Cientficos lavando las muestras en la columna de tamizado ©IEO
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