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Campaña Chimeneas de Cádiz - Febrero 2011 - IEO # Mensaje 19

Luis Miguel Fernández Salas Jefe de Campaña pertrechado con el traje de faena dando fe del frio que hace en cubierta ©IEO

Martes 1 de marzo de 2011

La avería de la carcasa del flash nos ha dejado a todos fastidiados pues las fotografías son esenciales para poder interpretar la biogeografía de las especies que estamos muestreando. Ya hemos comentado que los muestreos son puntuales y podemos extrapolar los resultados, pero esto se hace con más precisión y aproximación científica en el caso de disponer de imágenes de fondo. Luismi no se rinde ante esta adversidad y aprovecha la oportunidad que le ofrece Curro, el gran manitas del Grupo de Investigación GEMAR, de intentar revisar la carcasa e indagar la razón por la que ha entrado agua en el interior. Curro ha estado muy involucrado en la preparación de este equipamiento pero sin una responsabilidad concreta, así que no le resultan ajenos los componentes de la cámara. Contamos a bordo con un excelente fotógrafo que es Miguel García Muñoz, así que con la probada habilidad para la mecánica y la electrónica de Curro y las habilidades de Miguel con la fotografía, confiemos que podamos avanzar en la búsqueda de una solución. Nos cabe la tranquilidad de contar con el apoyo del personal de Máquinas, siempre dispuestos a echar una mano para reparar cualquier instrumento.

A pesar de todo esto, el optimismo no desaparece de la escena y los científicos amanecen con ganas de trabajar. Las previsiones son algo peores que en días anteriores. Tendremos marejada con viento del nordeste fuerza 4 a 5. Iniciamos un nuevo mes, con este nuevo día. Ya estamos en marzo y a todos nos parece mentira. Llevamos a bordo desde el día 10 de febrero y ya parece una eternidad. El informe de cada día sobre los muestreos nocturnos con CTD se los traslada Curro al Jefe de Campaña. Esta noche han realizado 17 CTDs, todo un record. En el barco comentan que nunca se había visto tanta eficiencia nocturna en esta técnica. Esto se debe, sin ningún género de duda, a la predisposición al trabajo que tiene Curro, quien tiene ahora, en esta segunda parte, de compañero de guardia a Sergio Barro, un técnico especialista en la roseta y en ADCP portable.

Visto el ritmo de adquisición de datos con el CTD hubo necesidad de realizar una consulta al Jefe de Campaña a las 5:50 de la madrugada. La cuestión era plantear si se podrían realizar dos CTDs que faltaban para completar la malla hacia tierra. Con ello evitaríamos tener que volver a la zona y perder tiempo en el desplazamiento, ya que a partir de ahora trabajaríamos en zona de mayor profundidad y más distante de estas estaciones de CTD. El aspecto en contra de esta propuesta era que no podríamos estar en el punto planificado para las 8:00 de la mañana, para empezar con las dragas y el beam trawl. Analizada la cuestión, Luismi dio autorización para que se reacomodara el plan previsto para hoy y así se pudo completar la malla de CTDs con éxito.

Durante la noche, Curro ha logrado recomponer las tarjetas del foco de la cámara, con lo que, en teoría, podríamos intentar trabajar con ella. Ahora sólo nos queda evitar que entre agua en la carcasa de la cámara. Tendremos otros factores que resolver, como la emisión del pinguer y ver que interfiera con el ecosonda del barco, cosa que no hemos logrado en la prueba que hicimos el domingo, de manera incomprensible, pues la interferencia debe de producirse. Gestionamos con el personal de máquinas la sustitución de las juntas tóricas, lo cual veremos a lo largo del día.  

Hoy en la travesía hacia el monte Hespérides, realizaremos dragas de arrastre en un monte situado en el interior de un canal, con coordenadas en su cima de 36º18.700'N/7º11.875'W, y que para aclararnos a bordo le hemos bautizado con Gerardine, en honor a Gerardo Bruque, ya que mostraba mucho interés en que no se nos olvidara muestrear en ese monte.

A las 09:27 horas llegamos a su cima, y largamos 1500 metros de cable a popa, para realizar una draga de arrastre, DA31. Firme a las 09:44 a 742 metros de profundidad. Virando a las 09:50 a 774 metros de profundidad. Sube la draga con la red rota, pero con muestra. Mucho restos de coral muerto, Madrepora oculata vivo, gorgonias, esponjas, erizos Cidaris, fango y algunas costras. El personal de cubierta cambia la red de la draga y finalizan la tarea a las 11:08 de la mañana. Ha salido un coral vivo, que está en el acuario. Miguel le hace muchas fotos, aunque la cosa no está nada fácil. Entre el problema que da la transparencia del agua, los salpicones que pega la pecera con el balanceo del barco, el reflejo del sol y el movimiento del barco, hacer una foto es todo un reto.

Miguel García Muñoz estudió Biología en la Universidad de Málaga. Al finalizar la carrera realizó un Máster de Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz. Hizo la tesis de máster en el Centro Oceanográfico de Málaga (COMA) bajo la dirección de José Luís Rueda y Nieves López. Todo ello pudo ser posible gracias a que se interesó por una de las líneas de investigación que ofertaba el COMA/IEO para prácticas de dicho máster. Consistía en el análisis de las asociaciones de foraminíferos bentónicos entre dos montes submarinos del mar de Alborán, y el análisis sedimentológico y geoquímico de los sedimentos. Así, realizó sus investigaciones pegado a una lupa binocular, con un montón de guías de especies delante de sus narices y bajo la supervisión constante de sus dos tutores. Él dice que esta temporada en el IEO fue muy feliz y fructífera, aunque de muchísimo trabajo. Miguel ya tiene experiencia en campañas. No es esta la primera en la que se embarca. Intenta reforzar su perfil profesional a base de ganar experiencia en las campañas, donde se aprende a marchas forzadas, según nos comenta. En agosto de 2010 se embarcó un mes en el Hespérides,  en la campaña oceanográfica GAROE, para el estudio del límite externo de la plataforma continental española en la zona de Canarias (UNCLOS).

En esta campaña todo el mundo trabaja muchísimo, y todo el mundo hace un poco de todo. Pero siempre hay gente que parece trabajar aún más y no dejan de estar activos permanentemente. Miguel es uno de estos casos. Es un auténtico currante y este trabajo le apasiona. Él está ahí, en la escena, el primero de todos, con su cámara colgada al cuello esperando tomar las primeras imágenes de lo que suba a bordo para que luego no se pierda ningún detalle de la muestra tal y como ha salido del fondo del mar. Más tarde, una vez que la muestra ha sido triada, vuelve a hacer las fotos a todo lo que no se tiene todavía registrado, o bien lo que sea interesante fotografiar, por ejemplo, si un ejemplar es especialmente grande. No ha parado con las fotos, objetivo arriba, objetivo abajo, que tiene que cambiar según el tamaño de la muestra a fotografiar. Cada día, al salir de desayunar se viste con sus pantalones y chaqueta de agua verde, se cuelga la cámara al cuello y se pone a hacer fotos. Siempre lleva las etiquetas y el bolígrafo que pone en las muestras antes de fotografiar. Las etiquetas se suelen perder varias veces en las campañas, y por eso traen siempre de más, pero Miguel todavía no ha perdido ninguna. Todo  un logro. Como dice Víctor, “es un tipo muy apañado”.

Utiliza un par de soportes para sujetar la cámara, y una cartulina negra de fondo que agarra con gomas para que no se vaya volando. El viento dificulta mucho su tarea, y otra dificultad añadida es la luz del sol, a veces amiga y a veces enemiga. Los días de más trabajo, alguien le ayuda para traer y llevar las muestras de un sitio a otro, como, por ejemplo, Alejandra con quién Miguel se entiende muy bien. No en vano han realizado su estancia en el Centro Oceanográfico de Málaga al mismo tiempo. Miguel no es fotógrafo profesional, pero le gusta mucho la fotografía y ahora está encantado con esta oportunidad que le ha permitido ejercer de fotógrafo científico y participar en el Proyecto INDEMARES/CHICA. En un futuro tiene claro que se quiere dedicar al estudio de la biología marina. Le encantan las campañas y el trabajo de campo.

La mañana resulta bastante relajada. Estamos en la zona de Hespérides, una zona aparentemente rocosa, y las dragas y box corer suben vacías o casi vacías. Realizamos otra draga de arrastre en la ladera oeste del monte Gerardine a 896 metros de profundidad. No obtenemos ningún material la repetiremos después de comer. Se considera NULA. Mientras comemos los del segundo turno realizamos una draga box corer en la zona del canal a una profundidad de 991 metros. Subió sin cerrar. NULA.

Visto el éxito que estamos obteniendo en el día de hoy, a excepción del coral del monte Gerardine, empezamos a pensar que hoy nos ha mirado un tuerto. Especulaciones sobre el cenizo que nos ha caído en suerte y aparecen teorías de todo tipo. Es Serge Gofas el que da con la tecla. Se hace la luz y todos nos apresuramos a liquidar el asunto de la forma más expeditiva. Comernos rápidamente todo lo que sale de la cocina, especialmente el tercer plato. ¿Porque? Pues muy sencillo: por culpa del conejo. Serge, que come en el segundo turno, se quedó horrorizado cuando salieron los del primer turno y le dijeron que había conejo de tercer plato. “¿Cómo que hay conejo?, ¿y lo decís así, sin ninguna precaución?” comentaba el francés. Todos permanecíamos con una perplejidad que se manifestaba en nuestras caras. “Pero ¿porque dices esto, Serge?”, le preguntó el Jefe de Campaña sensiblemente alarmado. Serge nos explicó con suma delicadeza, que en la Bretaña francesa, los marineros no pueden decir la palabra conejo a bordo, pues trae muy mala suerte. Parece ser que hay que decir “el animal de las orejas grandes”. No se quiere ni imaginar lo que puede pasar si encima el conejo entra vivo a bordo, es guisado y es consumido por la tripulación… ¡horroroso!, ¡todo en nuestra contra! Cuenta Serge que tampoco se puede mencionar a los curas, pues la amenaza de la mala suerte se cierne inmediatamente en lo que se haga a bordo. Serge dice que es por eso que las Dragas y box corer están saliendo nulas, y que es por eso que se ha levantado el viento y también que por eso hoy no estamos encontrando nada interesante. También nos dice que el trabajo del domingo ha sido “nul”, nulo. Y eso explicaría el desastre de la cámara, entre otras cosas. En el laboratorio, los que no eran supersticiosos se ponen a decir “conejo” sin parar para demostrar las falsedades que se le achacan al conejo, particularmente después de haber comprobado lo bueno que lo guisan en la cocina de a bordo. Serge es muy sabio, y si dice estas cosas, mejor hacerle caso. Así que es mejor comer el conejo y no hablar más del asunto.

La comida pues, a sabiendas de la maldición del conejo -por cierto, no sabemos que van a hacer en los barcos chinos ahora que están en el año del conejo-, se nos presenta muy prometedora: brócoli con jamón, merluza a la romana y el sabido conejo al ajillo con patatas fritas. El plátano de postre, después de la polémica del conejo, se nos antoja una provocación que induce a más de una broma.

Hemos solicitado el apoyo del electricista del barco, Manuel Carrillo Santiago “Carrillón” para que mire las juntas tóricas, y dice que va a cambiarlas por otras más grandes ya que las que están montadas no cierran bien. Igualmente, ve insuficiente las juntas originales de Benthos de las conexiones del flash, muy probablemente debido al paso del tiempo van adquiriendo un poco de holgura. Nos cuenta Carrillo que hay un fallo en el mecanizado de los orificios donde van los conectores, de forma que el rebaje del orificio hace que la junta pierda efectividad y por ahí pueda entrar agua. Lo solucionará con teflón. Con este arreglo quedará lista para probar esta tarde la carcasa vacía, para así comprobar su estanqueidad. 

Estamos en el canal al oeste de Gerardine preparados para una draga de arrastre. Tenemos que comprobar si, una vez comido el conejo desaparece la maldición del roedor. Estamos a 941 metros y largamos 1800 metros de cable. Arrastre profundo y con riesgo de enganche. Lo sabemos. Enganchamos. Lo sabíamos. Sabíamos que podía pasar aunque no sea culpa del conejo. Gracias a la pericia del Capitán, desenganchamos la draga y la recuperamos. La maldición del conejo se hubiera cumplido si en este primer arrastre hubiéramos perdido la draga. Pero no ha sido así. Todos luchamos con ahínco contra el conejo. No recuperamos prácticamente nada de material, solamente un trozo pequeño de coral negro. Por otra parte, los cueros que creíamos que podrían haber quedado destrocados, suben muy poco rajados. Definitivamente estamos a punto de vencer la maldición del puñetero roedor.

Ponemos rumbo al complejo Hespérides, donde tenemos mucha faena que hacer. Los fondos allá no son menos complicados que en Gerardine, pero ya veremos. A las 15:06 largamos 1700 metros de cable en el noroeste de Hespérides para realizar una draga de arrastre a 845 metros. Sólo sale una concha de gasterópodo fósil de una especie propia de época glacial. A continuación probamos con un beam trawl. Largamos 1300 metros de cable a 817 metros de profundidad. Obtenemos gamba roja, estrellas que no habían salido hasta ahora, cangrejos, pez trípode y Cidaris. Hacemos una box corer en la zona adyacente norte de Hespérides, a 811 metros de profundidad, y salen arenas sin fauna espectacular.

Con los nervios a flor de piel, realizamos la prueba de la carcasa de la cámara y del foco. Esta vez salió bien. No entró nada de agua. Por lo tanto, mañana intentaremos ver la manera de solucionar el problema de las baterías y del posicionamiento de la cámara. Vamos paso a paso, lentos, pero solucionando problemas. Esperamos irnos de aquí con al menos una foto de los fondos del Golfo de Cádiz.

Acudimos al comedor, atraídos por el sonido de la campanita de Víctor, que siempre agita con entusiasmo para que vayamos a la mesa. Nos encontramos con unos platos fuertes y riquísimos. Casi nadie se puede resistir a probarlo todo, aunque sea un poco. De primero hay crema de calabacín,  de segundo espaguetis con langostinos y de tercero chuleta de cerdo con patatas al horno. De postre un yogur de frutas, para compensar.

Hoy a las nueve y media de la noche, y a pesar del cansancio, tenemos una charla de Raúl Merinero Palomares. Raúl es de Segovia y tiene un carácter extraordinario. Dice que está aprendiendo todo el rato, pero lo comenta con una sencillez propia del estudiante, a pesar de sus conocimientos enciclopédicos y de sus dos titulaciones académicas y un doctorado. Raúl es colaborador honorífico del departamento de Cristalografía y Mineralogía (Facultad de Geología) de la Universidad Complutense de Madrid. El es matemático, se licenció en Ciencias Matemáticas en el año 1990. Es empleado público desde 1989, trabaja para la seguridad social, pero su pasión es la geología. Se licenció en Ciencias Geológicas en el año 2003 y se doctoró en el año 2008. Escribió su tesis doctoral sobre los procesos mineralógicos y geoquímicos en chimeneas submarinas de carbonatos metanógenos del Golfo de Cádiz. Nos explica en su charla las teorías de como se forman los framboides de sulfuros y oxihidróxidos de hierro, y sus características. Los framboides y las chimeneas que los contienen se suelen formar bajo el sedimento. Sus estudios son especialmente relevantes para el trabajo científico sobre las chimeneas de Cádiz y para el Proyecto  INDEMARES/CHICA. Los framboides se pueden utilizar como geomarcadores, y también para estudiar las condiciones y materiales que se encuentran en otros planetas y satélites como Marte o Titán. Raúl está contento de estar a bordo del Cornide de Saavedra y de poder ver de primera mano como se extraen las chimeneas con las que el trabaja en el laboratorio. En realidad es su primera campaña oceanográfica, a pesar de los años que lleva trabajando en Geología Marina. Su trabajo no le ha permitido disponer de tiempo para asistir a estas actividades de campo. Con las muestras recogidas en esta campaña, seguirá estudiando las chimeneas de fango la formación de framboides e intentará confirmar sus teorías.

Terminada la charla de Raúl, interesantísima por cierto, y de la polémica que se generó a su final, nos desplazamos, como casi todas las noches, al laboratorio húmedo para tomar algo y a comer pipas, kikos y otros frutos secos.

Observamos que el turno de noche ya está plenamente operativo a pesar de la pequeña avería que surgió por causa del maldito conejo que se coló por los cables del torno hidrográfico. Al comenzar a trabajar con el CTD observaron que no existía comunicación entre la roseta y la unidad instalada en el laboratorio de toma de datos. El problema lo soluciono rápidamente el personal de maquinas pues habían estado modificando alguna pieza en el torno hidrográfico durante la mañana y los cables modificados tenían un tramo en mal estado. Lo arreglaron de inmediato y continuamos realizando CTDs por la noche.

Estamos convencidos que el ‘efecto conejo’ habrá desaparecido mañana y todo volverá a ser como antes. El tránsito intestinal dará cuenta del maldito conejo y acabará sus días de maldición en las simas más profundas de la mar océana.

(Publicado 10 Marzo 2011)

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